PINTURAS RECIENTES
TEXTO: ÁNGEL LUÍS PÉREZ VILLÉN
La artista cordobesa Ángeles Alcántara presenta en la Galería Carmen del Campo
una selección de pinturas recientes. Se trata de un conjunto de técnicas mixtas, en el más amplio sentido del termino, pues además de la pintura y el dibujo, que semeja tanto las estampaciones florales como el esgrafiado informalísta, se dan cita el collage (los papeles pegados, las tarjetas, cintas de embalar, etc.) y el aporte textual, todo ello sobre una estructura de fondo que en ocasiones semeja la arquitectura urbana, como queda de manifiesto en las obras Arrabal del mediodía y Rinconada. Fachadas de construcciones en las que parece haberse detenido el tiempo y donde la memoria lúcida y afectiva anida horadando estos espacios virtuales que la artista insinúa en sus composiciones. Esta estructura llega a diluirse absolutamente en otro núcleo de obras, en las que sólo cuenta el entramado ortogonal, azaroso y caótico que sustenta esas otras intervenciones que denotan una compleja trama de relaciones y posibles enlaces de significado que permiten que su obra no se consuma en un solo y rápido vistazo, sino que como se aprecia en un Sitio para cada cosa, necesite de la colaboración y la complicidad del espectador.
En otro grupo de obras esta intersección dibujística aminora su presencia, el grafito da un paso atrás ante la evidencia del color, asociando a las masas formales que perviven en los planos del papier collè. Aquí tendríamos que mencionar dos piezas fundamentales, como lo son La escuela de los amantes y Piedra, papel y tijera, la primera de las cuales esboza un perfil compositivo que recuerda las obras clásicas del cubismo. El grupo de obras que remite al mundo de la ópera, aunque participa de todo lo anterior, apunta algunas peculiaridades que subrayan su singularidad. Para empezar, la serialización de motivos es una constante- butaca, estampado floral, etc.- así como el texto, que se despliega por casi toda la escena, quizás en algunas piezas de manera excesiva, por cuanto trabaja en detrimento de la sutileza y el equilibrio, características de otras obras en las que dichos recursos no llegan a ser tan obsesivos. Una exposición que celebra gozosa la pintura y que nos compromete a seguirle la pista a su autora, confirmándosenos como una de las pintoras cordobesas más inquietas.
TEXTO: ÁNGEL LUÍS PÉREZ VILLÉN
La artista cordobesa Ángeles Alcántara presenta en la Galería Carmen del Campo
una selección de pinturas recientes. Se trata de un conjunto de técnicas mixtas, en el más amplio sentido del termino, pues además de la pintura y el dibujo, que semeja tanto las estampaciones florales como el esgrafiado informalísta, se dan cita el collage (los papeles pegados, las tarjetas, cintas de embalar, etc.) y el aporte textual, todo ello sobre una estructura de fondo que en ocasiones semeja la arquitectura urbana, como queda de manifiesto en las obras Arrabal del mediodía y Rinconada. Fachadas de construcciones en las que parece haberse detenido el tiempo y donde la memoria lúcida y afectiva anida horadando estos espacios virtuales que la artista insinúa en sus composiciones. Esta estructura llega a diluirse absolutamente en otro núcleo de obras, en las que sólo cuenta el entramado ortogonal, azaroso y caótico que sustenta esas otras intervenciones que denotan una compleja trama de relaciones y posibles enlaces de significado que permiten que su obra no se consuma en un solo y rápido vistazo, sino que como se aprecia en un Sitio para cada cosa, necesite de la colaboración y la complicidad del espectador.
En otro grupo de obras esta intersección dibujística aminora su presencia, el grafito da un paso atrás ante la evidencia del color, asociando a las masas formales que perviven en los planos del papier collè. Aquí tendríamos que mencionar dos piezas fundamentales, como lo son La escuela de los amantes y Piedra, papel y tijera, la primera de las cuales esboza un perfil compositivo que recuerda las obras clásicas del cubismo. El grupo de obras que remite al mundo de la ópera, aunque participa de todo lo anterior, apunta algunas peculiaridades que subrayan su singularidad. Para empezar, la serialización de motivos es una constante- butaca, estampado floral, etc.- así como el texto, que se despliega por casi toda la escena, quizás en algunas piezas de manera excesiva, por cuanto trabaja en detrimento de la sutileza y el equilibrio, características de otras obras en las que dichos recursos no llegan a ser tan obsesivos. Una exposición que celebra gozosa la pintura y que nos compromete a seguirle la pista a su autora, confirmándosenos como una de las pintoras cordobesas más inquietas.
